enero 13, 2007


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3 de febrero del 2005

Madona de la comuna de El Bosque se roba la película en gran muestra colectivaNuestra Señora de la Marraqueta remece la Gran AvenidaJueves 3 de Febrero de 2005

Soledad Espinoza define al personaje de su cuadro como “una madona del pueblo, chascona y de manos gruesas”.El retrato de una madre chilena dotada de aureola y rodeada de panes es una de las principales atracciones de la exposición “Gestos locales”.
María José Vilches

Decidida a retratar al “prototipo de la mujer chilena”, la pintora Soledad Espinoza tomó su cámara y recorrió las calles durante varios días hasta que encontró a la personificación del concepto en una dueña de casa que compraba en una feria libre y que, algo despeinada y con su retoño a cuestas, aceptó gustosa ser fotografiada. Hoy, la mentada señora es protagonista de la obra pictórica “La madona del bosque”, que ya ha comenzado a ser llamada “Nuestra Señora de la Marraqueta’’.

El cuadro, que emula las clásicas pinturas religiosas protagonizadas por la virgen María, forma parte de la muestra “Gestos locales”, que se exhibe hasta el 26 de marzo en la Galería Guillermo Núñez (Gran Avenida 12552). Los expositores son veinticinco artistas plásticos, pertenecientes exclusivamente a la comuna de El Bosque, que se reunieron en la Casa de la Cultura del aquel municipio para reflexionar acerca de la memoria local, la pertenencia a un determinado sector urbano y las complejidades del mundo actual.

“Esta exposición nace de la necesidad de mostrar las creaciones de los artistas en sus diversas disciplinas, además de reunir las diversas miradas del bosquino a su entorno, ya sea en forma crítica y periférica o intimista y nostálgica”, cuenta Carlos Lizama, uno de los curadores del montaje.

La exhibición está compuesta por una treintena de manifestaciones de diversas disciplinas -pintura, fotografía, instalación, escultura y cerámica, entre otras- realizadas con desiguales niveles de dominio técnico.

Dentro del conjunto destaca la trilogía de autorretratos desnudos de la fotógrafa Sandra Vásquez, quien ha intervenido cada una de las inocentes imágenes -la mujer sólo muestra la parte superior de su cuerpo y oculta su pecho con los antebrazos cruzados- con un efecto de solarización que convierte las fotografías en inquietantes juegos cromáticos.

Con una propuesta híbrida entre la instalación y la pintura, Heriberto Gómez ofrece “Nostalgia ferroviaria”, trabajo cuyo componente central es un pequeño tren hecho a partir de desechos metálicos encontrados en el “cementerio de trenes” de San Bernardo. El objeto interactúa con una pequeña escenografía compuesta por un bucólico paisaje realizado con óleo engravillado.

En la misma sala se encuentra el ya mencionado cuadro “La madona del bosque”, óleo de gran tamaño (cerca de un metro y medio de altura) que muestra a una mujer común y corriente que adopta la actitud de una virgen captada junto a un párvulo Jesús.

Siguiendo la tradición de la pintura religiosa, pero adaptando su creación al contexto en que encontró a la modelo, Soledad Espinoza ha rodeado la cabeza del personaje con un aura compuesta por brillantes perros de ropa. La artista, además, ha decorado los marcos de su obra con una decena de marraquetas y juguetes de niños en desuso, lo que le sirve para citar los recargados soportes dorados propios de la pintura barroca.

“Este cuadro es una reivindicación, porque después de ver tanto libro de arte que muestra a las madonas, todas gloriosas, con ángeles, despampanantes, me pregunté por qué no puede existir una madona del pueblo, chascona y de manos gruesas. Así que ahí está, adornada con el sustento básico del pueblo: el pan”, comenta la autora.








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